sábado, 27 de noviembre de 2010

Llueve

Y llueve, lloran las nubes porque lo dulce siempre acaba sufriendo, escupe vuestro Dios porque es un hijoputa.
Podría decir muchas falsas teorías e incluso alguna verdadera de la lluvia, pero me gusta más la práctica.
Mientras escribo esto, veo mi cristal empañado y charcos en la calle sobre los que caen más gotas. Me pongo filósofo e invento frases célebres de todos los ámbitos que te puedas imaginar. Es curioso que una simple caída de agua pueda cambiarme el estado de ánimo.
Oyendo las gotas sería capaz de poner en duda lo objetivo, de hacer al resto creer en mi subjetividad e incluso por un momento creería en el amor.
Podría escribir poemas preciosos y echar fotos con contrastes soberbios, pintar cuadros bonitos y llorar con una película.
Lo triste es que siempre que llueve no pasa ésto; me cabreo porque se me joden los planes, porque tengo que dar la luz a las 5 de la tarde, porque tengo que llevar paraguas y porque se me mojan las gafas y veo como una cámara de fórmula 1 cuando llueve.
Quizá sea mi falta de facilidad a ponerme en marcha o mi exceso de capacidad para soltar palabras de cosas que debería hacer, pero en verdad veo la lluvia por la ventana y soy como un niño que ve a sus amigos en el parque; quiero bajar y comerte bajo la lluvia, quiero verte el pelo mojado absorbiéndote la cara, quiero resfriarme contigo y luego estar pegados a la hoguera maldiciendo la inmadurez, llorando por películas de navidad y bebiendo leche caliente con miel.
Quiero mojarme, dejar los filosofeos pluviales para mi casa y disfrutar como un loco del romanticismo del agua.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy buena la ultima frase perro, digo... pedro

llevas razon, hay k mojarse un poko mas...y k no solo sea por dentro

ella dijo...

quiero resfriarme contigo..ññ