martes, 27 de julio de 2010

El fumador que no sabe fumar.

Miro al frente. La vieja del banco de delante de la fuente y debajo de la palmera se enciende un cigarro. En el tiempo que ella tarda en fumárselo yo me hago un repaso a mí mismo.
Ahora mismo tengo todo lo que podría pedir y me siento como una mierda. Creo que mi adicción al estar mal es como la de la vieja a la nicotina, algo que sabes que es una mierda y te mata, pero no paras de dar caladas.
Que todo en la vida me sonría creo que es lo que me hace desconfiar de mi felicidad, llámame Siddharta.
Además, igual que cuando fumas acabas tosiendo y la gente te confunde con un tractor, cuando estás mal la gente te da consejos. Yo a veces no sé por qué no tengo ganas de sonreir, ¿cómo coño sabe alguien por qué no las tengo y cual es la solución? En realidad no lo sabe, y dando sus consejos aparte de intentar quedar bien, toca los cojones, pero en fin, siempre hay que tener respeto y no decirle que mientras esa persona te intenta arreglar la vida sin ganar la lotería yo estoy pensando que es gilipollas.
Sigue la abuelita dándole caladas al cigarrito, y veo como con clase lo sacude para que se le caiga la ceniza.
Yo intento quitar la ceniza de mi vida, pero siempre me mancho, no sé salir limpio de nada, y cuando salgo de un problema creyendo estar limpio, me quito la camiseta y veo que por la espalda me manché, pero todo es mi culpa, porque a mi alrededor todo va bien, el agua verde almenos está en calma y no hay olas que me escupan en la cara, pero bueno, ya aprenderé a tirar la ceniza en el cenicero digo yo.
Ultima caladas mientras yo termino de pensar que soy un neurótico, y tira la colilla, igual que yo debería tirar mi orgullo, pero siempre me lo quedo y me acabo quemando, no soy un buen fumador.

martes, 20 de julio de 2010

Aguas verdes.

Sí, soy tan friki que últimamente ando intentando sacarle jugo a todo lo que veo aunque sea difícil. Son las 11 de la mañana y voy andando por un pueblecito de la playa haciendo el mismo camino de todos los días. Siempre me llama la atención un bar que se llama aguas verdes, no tiene nada de misterio, pero sólo el nombre y la pintada en la pared ya me atraen.
Sigo andando rumbo a la playa y poco a poco voy descomponiendo dichas aguas, porque el nombre sin más sentido que el del líquido con un color de moco es en verdad un nombre algo jeroglífico para ver donde vivimos. Podría hablar de la sociedad en general, pero creo que no tengo los bastantes sesos como para describir eso, además el que describe la sociedad siempre miente o deja cosas en el tintero.
Yo con las aguas verdes miro mi entorno, familia, amigos, conocidos... Podéis pensar que es una tontería comparar todo esto con unas putas aguas sucias, pero ahí va mi teoría.
Como en toda agua verde, está lo principal; el agua. Son la gente importante, lo que te da la vida o las ganas de ella. Además si sabes escrutarla bien puedes sacar agua cristalina, pero eso es algo más complejo. Pero aparte del agua, de todo lo bonito y esas cosas, está lo que hace que el agua sea verde, lo que te quita las ganas de bañarte o beber de ese elemento, puedes llamarlo mierda. Últimamente, que le doy muchas vueltas al coco, me he dado cuenta de que en verdad la mierda es poca, pero se expande y hace que toda el agua sea verde. Yo soy de los que piensa que en la vida nos mueve el morbo y que hay gente que cree que si todo está bien no merece la pena seguir, así que se dedican a dar por culo, pero bien, a veces con tal sutileza que no se da cuenta nadie o sólo yo, que a veces hasta veo cosas donde no las hay.
En verdad en la mezcla del agua verde hay más factores, pero con menor importancia y no tengo ganas de escribir tonterías (más), y sé que en el tramo de vida que estoy debería estar en mi entorno como un niño pequeño que se baña en el agua sudándosela que sea verde o morada, pero no sé, me gusta darle vueltas a las cosas, saber en quién te puedes bañar y de quién no puedes beber, y creo que sería interesante que aparte de mí, la gente intentara como mínimo conocer dicha mezcla a veces casi homogénea, pero somos demasiado ingenuos, así nos va.
Vuelvo a darle al play del móvil escuchando Manolito Caramierda de Poncho K y sigo mi camino hacia la playa, donde el agua verde no pasa del paseo marítimo.

lunes, 5 de julio de 2010

Ser romántico a veces no está de más.

Pocas cosas me gustan tanto como mi guitarra y tú. Lo bueno es que ninguna estáis celosa si estoy con la otra. Tú creo que lo pasas bien viéndome cantar canciones de amor más feas que su madre y la guitarra es introvertida y todavía no me ha contado lo que siente cuando estoy contigo, así que todo marcha bien.
Estilizadas, me hacéis perder cordura con vuestras curvas entre mis brazos, agarrando tus manos o su mástil, ajustándole las clavijas o abrochándote eso tan feo que llevas debajo de la camiseta.
Podría también comparar tu pelo con las cuerdas, pero no es el mismo tacto, tu pelo no me hace daño en los dedos ni las cuerdas huelen a tu colonia, aunque ambas cosas son gratificantes: de una saco de vez en cuando música y la otra saca de mi una sensación agradable que me hace estar agusto sólo con tenerla cerca.
Pero en todo ésto ganas tú, porque ya quisiera una guitarra unos ojos tan feos.
Aparte de todo lo que podría llamar físico está lo importante, las dos me hacéis sentir bien cuando no tengo un buen rato o estar mejor cuando sí lo tengo.
Pero una depende de mí, si no tengo el día no me sirve de nada tocar 50 canciones que me gusten. La otra no depende de mí, tú sabes cómo estoy en cada momento cante bien o mal y puedes hacerme sentir perfecto sin tener que mover mi lengua ni mi mano, sólo tienes que darme un beso, e intentaré sacar de ti toda la música bonita que el trozo ese de madera no sea capaz de darme, o que yo no sea capaz de sacarle.