martes, 17 de junio de 2014

Guardando fotos que no volveremos a ver

Dormir tapado aunque sea en el horno de una pizzería, morder el tapón del boli, mirar al suelo antes de cruzar por un semáforo por el que pasas todos los días...
Yo tengo la manía de fregar los platos con un orden preestablecido.
En primer lugar viene la separación de la vajilla, para pasar a fregar - por este orden - los cubiertos, los vasos, los platos y las sartenes y demás.
Mi lógica es que es mejor pregar primero lo que más cerca va a la boca, ilógico si pensara que llevamos dos meses con el mismo estropajo, pero me limito a no pensarlo.
Lo más normal es que ahora mismo estéis pensando que es una gran idea solo propia de genios; sin embargo, habrá alguna rara excepción que piense que estoy gilipollas (mi fuente para saber cada cantidad de individuos es Paquito Marhuenda).
Como los eruditos también fallan, he contemplado la posibilidad de que sean más los individuos que se preguntan cuál es mi problema mental, y he llegado a una conclusión: el mundo nunca se va a arreglar con política o dinero, porque el mundo no funciona por culpa de las manías.
Todos tenemos manías estúpidas y dogmáticas, y como las hay de todas las formas y colores, no encajan y hacen que seamos la ridícula y encabronada especie que somos.
Por eso, os invito a mejorar el mundo convirtiendo las manías en alguna especie de folclore personal. Dicen que la mejor compañía es la que admira tus manías; yo no lo interpreto como admiración, sino como complementación. Por tanto, después de todo esto, he de decir la verdadera razón de mi escrito: Busco compañera adicta al ordenamiento de platos sucios a la que ni se le pase por la cabeza apretar el bote de pasta de dientes por el centro o votar a UPyD.